lunes, 31 de mayo de 2021

Un calido desencuentro con la realidad.

Me tomo una pausa, escucho el oscuro sendero. Yarara. Silencios movedizos.

Por aqui...ya pase....

Mi sendero...oh no...un yaguarete se pedorrea muy cerca mio. Estoy ciego en un mundo de ciegos conocidos. Me levanto un poco de mi posicion acechante.
Los nervios son un continente muy grande.
Mis pulmones: cavernas donde solo se escribe borrando el tiznado de carbon de los fuegos que el alcohol hizo arder en mis tripas.
Un rato en la abrasadora provincia de Corrientes.
Un pasaje en la mano y la estacion hirviendo. Los primeros cigarrillos de la adolescencia.

Estoy esperando que la noche termine para enterrar estos huesos, que no hacen otra cosa que extrañar tus jubilosas felaciones y tu escotado receptaculo de mis pasiones gotorosas.
Y ahora en este segundo donde parpadeo eternamente, me escarbo el inconciente y veo tu sonrisa desde una ventana del autobus. Esa fue la ultima vez que te vi sonreir....


El amarillo del sol, entrando por la ventana.
Me tiembla la mano. Sostengo el mate.
Ta que pela. Pucha digo. Por que tiemblo tanto?

Será la humedad o el cansancio?
Serán la zoncera y el aturdimiento?
O solo sera el descanso de los hilos de ese otro ser?
El que rige las oleadas del tiempo?

Me he detenido al encontrarme con estas hormigas en el teclado.
He visto la red. El pozo, el péndulo y esta somnolencia.
Y siento que el remanso diáfano del verbo, es mi cuna y
Mi balsa.

Por eso he decidido visitar mi propia tumba para dejarme esta flor
que hoy estoy usando como pluma.

Sobre mis poderes