Veinticuatro horas de mansos carraspeos y decisiones. Visiones desmedidas, un ir y venir del tiempo, como el golpe despues de dejar el acantilado.
Surcar en el aire la infancia, cursando con ansias las raudas tardes de toda la existencia.
Siendo dos veces Yo:
Incluyendo este último segundo y el siguiente, donde se recuerdan los mismos bocetos frente al fuego. 
La petaca saludando al sudor, revolver las estrofas que desaparecen y forman nuevos papiros negros, quebradizos.
Una paloma viene a tu mente, mirabas contento el ave enorme que se perdio en la playa y ella ahuyentando a los niños que la molestaban con su ala rota. Se volvió hacia vos y querias preguntar su nombre. Te vió y se sento en la piedra, adivinando tu exaltacion y temor, y  te dijo Agustina o algo asi, esperando que hablaras de peces, la espuma o los hombres-pájaro.
El puerto, entre turistas, algunas gaviotas. Nada fue igual.
El regreso. 
Reconocerse en Retiro unas semanas despues. El terreno limpio para la siembra del amor.
Inevitables rumbos que toma el corazón, en los laberintos sin fin del Destino.